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lunes, 17 de octubre de 2011

LA INVITACIÓN DE APARECIDA ES SERIA Y CONTUNDENTE








Todos en nuestra condición de bautizados estamos llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo. En el mensaje final de D.A los obispos nos recuerdan las palabras imperativas de Jesús ‹‹Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo›› (CF.Mt28, 19). Es muy clara la invitación de Jesús a ser,  y a  hacer de todas las gentes seguidores y no sólo seguidores sino también discípulos y misioneros del Reino.


Es por esto que debemos ser coherentes con el don que hemos recibido en el Bautismo; donde el que nos llama a ser discípulos nos invita  a ser misioneros, independiente de nuestro estado. El Bautismo nos invita a ser santos en la práctica  y a procurar a otros que lo sean. Dios que nos ha dado por los meritos de su pasión, muerte y resurrección la entrada a una vida nueva en Cristo, nos pide encarecida mente por medio de la Iglesia reunida en Aparecida, que reavivemos el espíritu que hemos recibido por medio del Bautismo, y que esa santidad que hemos recibido se haga presente en nuestro ambiente cotidiano.    

         Nos enfrentamos a un mundo globalizado donde no sólo se ha globalizado la economía la ciencia y la técnica, sino también la insatisfacción. La realidad es para muchos un infierno donde sólo sobrevive el más fuete o más “vivo”, parece que el mal se cerniera de manera exorbitante en un mundo olvidado y desentendido de la verdad, es decir, de la vida de gracia. A menudo vemos como nuestros pueblos caminan por sendas de injusticia, desamor, mediocridad, mentira, política deshumanizada, y apertura sin condición al mudo de los sentidos. De forma muy relevante percibimos el arte, vemos como  va haciendo de las suyas, desligada de la moral y del arte como tal, dirige su fin a arrastrar el espíritu y no elevarlo que es su fin original. Los artistas, en una gran mayoría, sobre todo los que tienen más acogida entre los adolescentes parece que sólo les interesa vender y captar un público ignorante y sobre saltado por su etapa de adolescencia donde poco se piensa y mucho se siente. Aristóteles[1] decía si me dieran a escoger entre la política y el arte para dominar el mundo, elegiría el arte, pues ella maneja masas.  Los cambios que ingresan a nuestras culturas, a raíz de la globalización aceleran los procesos de formación, produciendo una especie de indigestión emocional y de costumbres, dando paso a un relativismo creciente donde  todo es bueno y no hay una verdad absoluta sino que todo puede ser bueno, todo depende de la óptica subjetiva y egoísta que tengamos y, como consecuencia lógica un sin sentido existencial. Se escucha a diario de asesinatos, robos, violaciones, guerras, desplazamientos, exclusión laboral, social  etc. Es como sí, a la vez  que se globaliza el progreso se generalizara también la maldad. Éstas y muchas otras realidades que no he mencionado viven hoy  nuestros pueblos latinoamericanos. 
A pesar de esta situación tan compleja la iglesia continua anunciando el mensaje de vida que Cristo ha manifestado a su Iglesia; sin olvidar  por esto las sombras que se mantienen. Entre ellas muy notable es «el crecimiento porcentual de la iglesia no ha ido a la par con el crecimiento poblacional. En promedio, el aumento del clero, y sobre todo de las religiosas, se aleja cada vez más del crecimiento poblacional en nuestra región»[2].
Es natural que este panorama de nuestra realidad nos genere incertidumbre, y surge sin remedio la pregunta que Tomas hizo a su maestro “¿Cómo vamos a saber el camino?” (Jn 14, 5) es fulminante la respuesta de Jesús a nuestra incertidumbre: “Yo soy el camino la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Este debe ser  el punto de partida para que cada hombre anuncie  la buena nueva de la dignidad humana, la buena nueva de la vida, la buena nueva de la familia, la buena nueva de la actividad humana y la buna  nueva de los recursos naturales. Pues «en realidad, tan  sólo en el misterio del verbo encarnado se aclara verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, manifiesta propiamente el hombre al propio hombre y le descubre su altísima vocación»[3] 
 Por lo tanto, nosotros como bautizados bebemos generar procesos de cambio, desde Cristo y en Cristo, de modo que se valore cada una de las etapas de la vida humana  y así también hacernos conscientes de nuestra responsabilidad cristiana y no tener más niños delincuentes, abuelos frustrados, adolecentes suicidas y demás. El Papa Benedicto XVI en su discurso inaugural en Aparecida nos decía. «Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano»[4].
Pero esto no es tan sencillo como decirlo, se requiere santidad y vida de abnegación y sacrificio en todos los aspectos de ella, de tal manera que, podamos ser ‘alter Cristus’, configurándonos con Él en todo sentido, respondiendo a su voz  que nos  llama por nuestro nombre (cf. Jn 10, 3).
Jesús es muy claro en afirmar: “Donde yo esté estará también el que me sirve” (Jn12, 26). “El cristiano corre la misma suerte del Señor incluso hasta la cruz”. Este configurarnos  con Cristo nos hace aptos para anunciar el Evangelio del Reino.
La santidad, que es el fruto de abrazar el camino de Cristo no puede ser una fuga de la realidad hacia un intimismo,  es todo lo contrario, se trata de adentrase en la realidad y hacer surgir en ella las realidades divinas presente en nuestro espíritu por la semilla del verbo que hemos recibido en el Bautismo, pues dice San pablo en la carta a los corintios “ustedes son una carta de Cristo redactada por ministerio nuestro y escrita no con tinta sino con Espíritu de Dios vivo” (2 Co 3,3). Es la unidad en un mismo Espíritu la que nos hará interesantes para el resto del mundo, por lo tanto debemos procurar la armonía, es decir, la convivencia fraterna.
 
Es muy lógico que para ser uno, como Cristo lo dejó en su testamento de amor, compartamos un mismo ideal y alimentemos nuestro espíritu de un mismo alimento «La Eucaristía, participación de todos en un miso Pan de vida y en un mismo Cáliz de salvación, nos hace miembros de un mismo cuerpo. Ella es fuente y culmen de la vida cristiana, su expresión más perfecta y el alimento de vida en comunión. La Iglesia que la celebra es casa y escuela de comunión donde los discípulos comparten la misma fe, esperanza y amor al servicio de la misión evangelizadora»[5].  Nuestra Iglesia Católica es la obra maestra en la que Cristo por medio de su Espíritu Santo, mantiene la unidad de los fieles con las parroquias, de las Parroquias y Comunidades Religiosas con las Diócesis y de las Diócesis con la Santa Sede, desde donde el Papa como cabeza visible une en el querer de Cristo los caminos de salvación para todos los creyentes; debemos pues respetar y obedecer con docilidad a quienes se les ha encomendado esa tarea.
Esta unidad de los cristianos debe manifestarse también en el ecumenismo religioso con las diversas religiones y de forma muy especial con las denominaciones cristianas que confiesan la fe en el Padre el Hijo y el Espíritu Santo.
El querer de Cristo que fue ser uno con el Padre no se da si no tenemos un pueblo formado y convencido de lo que cree; no con ideas o religiosidad  sino con certeza de que sólo en Dios está la verdad y la vida plena.   
Para  esto a de formarse a los padres de familia conscientes de que el hogar es donde la vocación cristiana se inicia. La formación de los presbíteros ha de ser en vías a dar razón de la vida cristiana y con especial interés de cuidar la familia, célula de la sociedad. Los presbíteros han de formarse en tres dimensiones fundamentales de la vida, como no lo recuerda aparecida, la dimensión humano comunitaria, espiritual, pastoral misionera e intelectual (cf. D.A n. 280).  Donde puedan sentir la compañía de Cristo, que siempre estuvo con ellos en estos cuatro campos de la formación y, así puedan hacer del encuentro con los hermanos un encuentro con Cristo necesitado ya sea de conocimiento o de algún sacramento de salvación; para lograr esto ha de tenerse muy en cuenta que sólo haciendo encuentro con Dios, en la oración, se logrará fecundidad y frutos para la eternidad. Tenga cada discípulo a María como modelo, pues, «María, con su fe, llega a ser el primer miembro de la comunidad de los creyentes en Cristo, y también se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos»[6].       

Nuestra Iglesia peregrina es misionera por naturaleza, por lo tanto a de procurarse a todo creyente que comprenda la necesidad de ser misionero en el lugar donde  desarrolla la vida cotidiana, comunicando a todos la vida nueva y plena que  en Cristo han recibido por el Bautismo. Este reconocimiento de la naturaleza de la Iglesia ha de suscitar en cada comunidad de creyentes el deseo de que otros conozcan a Cristo y este deseo nace sólo del encuentro con Cristo resucitado, por lo tanto procúrese en cada Diócesis un proyecto de pastoral donde se examinen las condiciones actuales de vida de la región concerniente a cada diócesis y se den soluciones a corto y largo plazo. Se debe pues promover la dignidad humana, denunciando todo aquello que aliena al hombre y anunciando la vida nueva y digna. En este campo de la promoción de  la dignidad humana dese mucha importancia a los excluidos de nuestros días, como son los emigrantes o desplazados, los trabajadores que pierden sus empleos por falta de conocimiento de las nuevas tecnologías, las personas que habitan en las calles, los adictos a sustancias psicoactivas tanto en niños, jóvenes y adultos, pues este fenómeno no respeta ni clase social, ni edad. etc.

Tengamos pues presente lo que nos comunican los obispos en la V Conferencia episcopal latinoamericana. «No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro  de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestra vida de “sentido” de verdad y amor, de alegría y esperanza! No podemos quedarnos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones a para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria del Señor de la historia, que Él nos convoca en la Iglesia, y que quiere multiplicar el número de los discípulos y misioneros en la construcción del Reino en nuestro Continente»[7].

Este es el llamado que Cristo, por medio de su Iglesia reunida en Aparecida nos da a conocer, aceptémoslo.




[1] Aristóteles.
[2]  V conferencia episcopal latinoamericana en Aparecida-Brasil. A continuación se citará como D.A. 
[3]  Cf. congragación para la doctrina de la fe, carta a los obispos de la iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo, n.  2, 31 de mayo de 2004.  
[4] Discurso inaugural de su Santidad Benedicto XVI. A continuación se citará como D.I.
[5]  D.A n. 158.
[6]  D.A n. 266.
[7]  D.A n. 548.


domingo, 16 de octubre de 2011

EUCARISTÍA EXPERIENCIA DE AMOR



LA HOMILÍA COMO EXPERIENCIA DE FE DENTRO DE LA SANTA MISA 
  
Cuando escucho los sacerdotes hablar comunicando verdades de fe y dando a conocer la vida de Dios y el misterio salvador de nuestro Señor Jesucristo me interrogo, cómo es que las palabras de un hombre puedan transformar la vida de una persona, que será si no Dios bendito el que habla por  medio de hombres comunicando vida.
La homilía más allá de ser un arte en el hablar es hablar familiarmente, como lo hizo Jesús cuando iba camino a Emaús  con los dos discípulos, donde les explica las Escrituras y les da a conocer  el misterio pascual de sí mismo, quedándose oculto en la fracción del pan; dice  el texto sagrado que lo reconocieron y, posterior a esto «Se dijeron uno a otro: « ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (cf. Lc 24,32) esta experiencia es una de tantas en las que Jesús nos muestra como se debe realizar una homilía. En primer lugar vemos a dos hombres que caminan desorientados y confundidos y no era para menos, el Maestro, en el que habían puesto su confianza estaba derrotado y por consiguiente sus esperanza también. En el camino mientras discutían sobre los sucesos acontecidos y lo que las mujeres habían dicho; Jesús se apareció y empozó a caminar con ellos e interesado por lo que estaban conversando les refutó la poca fe que contenían tanto así que les empezó a explicar las Escrituras, comenzando por  Moisés siguiendo por los profetas dándoles a conocer todo lo que estaba escrito de él. Al final del camino Jesús hace ademán de seguir pero los discípulos lo invitan a quedarse con ellos y Jesús como siempre, a cada una de nuestras invitaciones, acepta y; no bastando con la compañía que les da, se queda oculto en el pan. «Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado». (Cf. Lc 24, 30-31) Esta es la experiencia fundamental que debe tramitar a cada fiel la homilía en la actualidad, sencilla pero llena de trascendencia, misteriosa pero llena de realismo. Una homilía que ha de llevarnos al reconocimiento del Maestro en el caminar cotidiano y en la fracción del pan. Por tanto la homilía no es enseñar una forma de actuar, de pensar o de vivir la vida, sino la de llevar a los fieles a una experiencia de encuentro con Cristo que es camino verdad y vida, esta a de ser la experiencia en cada Eucaristía. 



lunes, 3 de octubre de 2011

Propedeútico 2011


Conoce los integrantes del grupo propedeútico 2011, sus experiencias en este primer año de formación y sus diferentes formas de expresar lo que sienten por Cristo su dueño y Señor en sus diferentes Blog. 

lunes, 19 de septiembre de 2011

EL DINERO Y SU PODER DE MENGUAR EL SER 


Cuando miro las grandes metrópolis y leo en la historia todo el proceso tan lento y tortuoso pro el que ha pasado lo que hoy llamamos ciudad pienso que si el hombre no tiene metas nobles por lograr se estanca y nada de lo que realiza tiene sentido.
Hoy lánguidamente se nota el deseo por metas nuevas y nobles, pues son pocos quienes nacen con una idea nueva para el bien de la humanidad y mas pocos aun los que en el transcurso de la vida se les despierta el deseo de prolongar su nombre en la historia, parece que el choque brutal de tanta tecnología y crecimiento industrial, económico etc. hubieran absorbido y puesto limite al deseo mas verdadero del hombre, ser feliz. No es tan difícil de constatar esta realidad preocupante y alienante, tan sólo basta ver la mirada incierta de un adolecente que a la pregunta ¿Qué quieres ser? Lanza una respuesta más incierta aun, no sé. Es este sin duda un punto preocupante de un futuro cercano dominado por tecnología, escases de recursos naturales y personas faltas de criterio e identidad y aunque vemos muchos que desean salir adelante, son realmente pocos los que quieren ser personas y ayudar a  otros a ser. Es pues un momento difícil y oportuno para quien desee hacer historia, la oportunidad quizá no está en aportar un nuevo descubrimiento, sino en lograr integrar todos estos conocimientos existentes en la vida de los hombres sin que ello lo esclavice y destruya. Ya no hace falta un invento más sino más bien que todo lo bueno y provechoso llegue sin excepción a todos y que en vez de inventar una nueva arma de destrucción masiva, un nuevo juego de video, una nueva moda, una nueva operación estética, una nueva combinación de drogas para prolongar el placer, un nuevo torneo competitivo ya sea de peces, gatos, arañas, hormigas qué sé yo, un nuevo elemento para entretener y hacer olvidar la necesidad de verdad y libertad que tenemos perenne en lo más profundo de nuestro corazón y, que antes de emprender la búsqueda de una nueva estrella o la comprobación de la  existencia de los marcianos que solo sirve para saciar la curiosidad y apagar la idea de lo fundamental, más bien se busque que todos tengan acceso al conocimiento y a la verdad; es esto lo que verdaderamente hace falta, despertar a los hombres del letargo sin final en el que nos ha sumido el afán desmedido por fama y riqueza. Es hora pues de darnos cuenta que es de Dios y que es del Cesar no podemos seguir aturdidos por los gustos superfluos y efímeros que traen la fama, el poder y el tener, ¡basta de tener! Es hora de SER.     

Reflexión sobre el matrimonio


AMOR O  MATRIMONIO
“Tienes paciencia: y has sufrido por mi nombre sin desfallecer. Pero tengo contra ti que has perdido tu amor de antes”. (Ap 2, 3-4).
Este es el problema de la vida matrimonial, se ha perdido el amor de antes y con la perdida de este amor que los llevó a unirse en una sola carne por el sacramento del matrimonio han llegado a un sin número de problemas. Es cierto que se dan cuenta de las dificultades pero ninguno ha sido capaz de vencer el orgullo y decirle a su conyugue, perdóname yo me equivoqué. Son muchas las dificultades que aquejan a las parejas pero una y la más central es el olvido de ese amor primero. Es muy lógico que se hayan interrogado más de una vez el porqué de esa situación y el silencio le haya dicho es culpa de él o de ella.
Esta problemática de no encontrarle sentido a la existencia que lleva tiene un origen muy  en el fondo de nuestro ser, y podríamos decir que es ausencia de Dios pero sería una cantaleta más y un pensamiento más.
Debemos deteneros a mirar en primer lugar que es lo que los separa, cual es el problema de no encontrar la felicidad. Quizás sea por las borracheras de su marido, o por la cantaleta de tu esposa, por tu frialdad como esposo, por la falta de consideración ante las dificultades económicas, por el poco tiempo que paras en la  casa y el mucho que le dedicas a tus amigos, por la falta de ternura con que tratas tu esposo, por la poca disposición para dialogar, por preferir el silencio y así llenar de rabia el  corazón, por la falta de comprensión; todas estas dificultades no son más que la ausencia de Dios.
 Dios es la fuente de la paz, del amor, de la fe, de la sabiduría, de la alegría, de la belleza de la vida, de todos los dones que tu y yo necesitamos para ser felices. Jesús dice: “he venido para que tenga vida y la tengan en abundancia” y, que es vida; Cristo nos da la respuesta “venid a mi todos los que estéis cansados y agobiados que yo os aliviaré”, pero que maravilla sólo nos vasta ir donde Jesús; no, él pone otra condición clave “quien quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo tome su cruz y sígame”, esta es la vida abúndate de la que habla Jesús, la de negarse a levantar  la voz , la de hacer silencio cuando la rabia domina los sentidos, la de escuchar cuando la pareja habla,  la del sacrificio por amor; ese es el amor primero, eso es seguir a Cristo, eso es cargar la cruz como Cristo lo hizo y así transformar la historia; como lo hicieron los primeros Cristianos, donde los paganos decían “mira como se aman”, eso es lo que deben despertar ustedes como esposos a sus vecinos cuando los miren en su vivir cotidiano.  

El matrimonio no es otra cosa que una comunidad de amor al estilo de los primeros cristianos donde todo lo tenían en común, donde todos se preocupaban por el otro. Hoy es triste ver como en la casa viven cuatro seres diferentes donde nadie sabe nada de nadie, donde los tres comen una comida diferente y a una hora diferente, donde todos ven un programa de la televisión diferente,  pareciera que entre más diferentes mejor, pero mentira Dios en la creación dijo, “no es bueno que el hombre esté solo” y después “no halló una ayuda adecuada” entre todas las criaturas y seguro que Dios dijo:  “le haré una ayuda adecuada” eso es la mujer para el hombre y el hombre para la mujer, ayuda adecuada, eso deben ser ustedes ayuda adecuada el uno para el otro para que la otra persona sea santa y logre llegar al reino de los cielos que es la meta final de todo cristiano. 

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